PONENCIA PARA EL PRIMER ENCUENTRO NACIONAL

LA UNIVERSIDAD COMO OBJETO DE INVESTIGACION
Septiembre 1995

LA UNIVERSIDAD Y EL ACERCAMIENTO A LA OBRA DE ARTE

por María del Carmen Aguilar

 

Resumen

Desde la experiencia del dictado de la materia "Introducción al Lenguaje Musical", destinada a formar receptores de la obra de arte, se exponen algunas reflexiones referidas a los valores que esta tarea pone en juego. Se reflexiona luego sobre el rol fundamental de la Universidad como espacio para desarrollar estos valores y sobre su potencialidad para ofrecer a otros ámbitos educativos un modelo pedagógico que fortalezca la convivencia democrática.

La materia "Introducción al Lenguaje Musical" ofrece un espacio dentro de la Universidad para el desarrollo de la capacidad humana de acceder a la obra de arte. De la tarea planteada surge la reflexión sobre una serie de conceptos de gran importancia pedagógica y social: la necesidad de conocerse a sí mismo, de reconocer las propias percepciones y confiar en ellas, de evaluar las propias actitudes, de respetar la individualidad y aceptar el punto de vista del otro suspendiendo el juicio. Surge también una reflexión sobre los propios patrones culturales, la construcción de la identidad y el multiculturalismo creciente de la sociedad actual. La puesta en juego de estos conceptos apunta a la convivencia democrática, a la libertad interior como parte esencial del crecimiento y al respeto por la diversidad desde el reconocimiento de la propia identidad.

La Universidad pública defiende su derecho a constituir una comunidad educativa basada esencialmente en los principios de igualdad de oportunidades, libertad de cátedra y gobierno democrático. Por ello, constituye un ámbito privilegiado para desarrollar una enseñanaza que tenga como objetivo no sólo la excelencia técnica sino fundamentalmente el desarrollo integral del ser humano.

Una de las principales fuentes de la crisis que sufre el sistema educativo escolar, primario y secundario, es la carencia de autoconfianza de los docentes, originada en una larga tradición de educación autoritaria. La Universidad puede ofrecer un espacio de reflexión que tienda a despertar en esos docentes la capacidad de autoconocimiento, la conciencia de la riqueza de la experiencia personal y la necesidad del diálogo democrático, abriendo así el camino hacia un profundo cambio en la calidad de la educación.

María del Carmen Aguilar
Profesora Titular con dedicación semi-exclusiva
Cátedra: Introducción al Lenguaje Musical
Departamento de Artes, Facultad de Filosofía y Letras
Universidad de Buenos Aires

Integrantes de la cátedra: Sandro Benedetto, Alicia Campastro, Gustavo Costantini, Marcelo Delgado, Silvia Glocer, Eduardo Notrica.

 

LA UNIVERSIDAD Y EL ACERCAMIENTO A LA OBRA DE ARTE

por María del Carmen Aguilar

 

Agradezco haber  sido gentilmente invitada a estas jornadas que aspiran a pensar la Universidad. Desde mi experiencia en acercar a centenares de estudiantes de Artes a la música, quisiera exponer aquí algunas reflexiones. Apuntaré en primer lugar a la potencialidad del ámbito universitario para ofrecer una educación que contemple el derecho del ser humano al desarrollo de su sensibilidad y autoconocimiento. Plantearé luego la posibilidad de transferir esta actitud educativa hacia otros ámbitos de enseñanza.

La formación de oyentes de música

Desde 1988 hasta la fecha la cátedra a mi cargo "Introducción al lenguaje musical" desarrolla una actividad de formación de oyentes de música destinada a los estudiantes de las diversas orientaciones de la carrera de Artes, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. A partir de la experiencia del dictado de la materia surgió un proyecto de investigación, actualmente en curso, cuyo objetivo es sistematizar la didáctica empleada y sus fundamentos teóricos, buscando poner la experiencia al servicio de profesores de otras áreas educativas.

La materia fue planteada tomando como punto de partida el perfil específico de los alumnos. Si bien algunos estudiantes de la carrera de Artes tienen una formación musical previa (los que seguirán la orientación en música) la gran mayoría, dedicados a la plástica o a las artes del espectáculo,  dice carecer de ella. Esto ya origina un llamado a la reflexión: todos ellos han tenido clases de música en alguna instancia de su educación primaria o secundaria  y la gran mayoría dedica a escuchar música muchas horas a la semana, pero consultados al comienzo del curso, declaran no tener el más mínimo conocimiento musical.

¿Qué significa entonces para ellos "saber música"? Alguna distorsión educativa y social ha hecho de la música un misterio al alcance de sólo algunos elegidos, ante el cual el hombre común no parece tener derecho a un acercamiento comprensivo. Y aunque la irrupción de miles de adolescentes que forman sus propios conjuntos de rock parecería desmentirlo, la presión social y las técnicas habituales de enseñanza insisten en colocar al entendido en música en un lugar de privilegio, fuera del alcance del común de los mortales. Todos escuchan música pero no han logrado extraer de sus clases ninguna información significativa que les permita profundizar en esa experiencia.

Entre las estrategias posibles para el dictado de la materia, se eligió entonces apuntar a la formación de oyentes de música, es decir, receptores de la obra de arte. Tratándose de estudiantes interesados en lo artístico, se buscó actuar sobre dos ideas básicas: 1) que la atención alerta y sensible del receptor completa y da sentido a la obra de arte y 2) que todos nosotros, por estar inmersos en una cultura, compartimos una serie de códigos, en este caso referidos al lenguaje musical.  Para ello, se diseñaron técnicas de trabajo específicamente orientadas a desarrollar en los estudiantes la capacidad de analizar y comprender los elementos del lenguaje musical a los que ellos pueden acceder por vía sensible.

La audición de música

La música es un arte del tiempo: articula el tiempo mediante la selección y organización de sonidos. Sólo existe cuando suena, o cuando resuena en nuestra memoria. Metáfora del transcurrir de la vida,  generadora tanto de placer como de angustia, la música aparece como un arte inapresable, aún contando con la posibilidad de la grabación.

La audición de música pone en juego la capacidad del ser humano de memorizar y estructurar esos sonidos que se desvanecen en el tiempo. Una aproximación al lenguaje musical tiene entonces que ahondar en la sutil combinación de las distintas modalidades que nuestra percepción pone en juego para escuchar música: la captación instantánea, la memorización estructuradora y la apuesta a la continuación futura de las estructuras generadas.

Muchas instituciones entienden como "enseñanza de la música", la transmisión de un código de escritura que, de alguna manera, aparenta garantizar la fijación del evento musical y su congelamiento en el tiempo. Al centrarse en la escritura esta enseñanza suele olvidar la esencia temporal del hecho musical y rápidamente empieza a distanciarse de su objeto y a padecer de carencia de contenido.

Un aspecto importante de nuestra tarea ha sido recuperar esta cualidad evanescente de la música y ofrecer al estudiante un acercamiento que tenga en cuenta prioritariamente su propia percepción. Desde este enfoque, la práctica de audiciones guiadas de obras musicales conduce invariablemente a la reflexión sobre la capacidad humana de: a) apelar a la memoria, b) construir estructuras que provean de una mínima comprensión, c) atender tanto al primer impacto que la obra produce como a las sucesivas modificaciones de esa percepción originadas por nuevos contactos auditivos.

Esta propuesta ya resulta provocativa. No parece habitual en la rutina del estudiante detenerse a reflexionar sobre sí. Ya no se trata de leer y confrontar teorías elaboradas por otros: se trata de poner en juego la propia percepción, detenerse a observarla y describirla con cuidado, y definir el punto de vista desde el que se analiza la obra. Esto pone bajo la lupa las propias reacciones de desazón, impulsividad, negación de las dificultades, intentos de aferrarse a lo conocido y rechazo de lo nuevo. El espacio de libertad que se  ofrece al estudiante llega a producirle vértigo y llevarlo a reclamar una respuesta garantizada, como si se pudiera asimilar el hecho artístico a una ecuación con una sola solución. Y si algo caracteriza a la obra de arte es su profunda ambigüedad, su posibilidad de interpretaciones múltiples, su efecto disparador de emociones, asociaciones y recuerdos que invade el terreno personal e íntimo y obliga a una respuesta única e intransferible.

Uno de los estímulos más enriquecedores en esta práctica es la discusión grupal que confrontará esas percepciones individuales. Aquí es necesario poner en juego un alto nivel de tolerancia hacia los diferentes enfoques del análisis y una fina discriminación entre aproximaciones  más o menos adecuadas al objeto de estudio.

Como experiencia de aprendizaje esta discusión genera no pocas crisis, no sólo entre el grupo de alumnos, que deben una y otra vez confrontar con sus pares lo que están percibiendo,  sino también con respecto a la posición de poder de la cátedra.  Requiere de los docentes una constante puesta a prueba de sus propias percepciones y de las herramientas teóricas que utilizan para explicarlas. Por ello, la cátedra realiza un trabajo intenso y constante de confrontación interna. Esto ha probado ser de gran utilidad para ayudar al docente a tolerar la sorpresa de un enfoque inesperado en el análisis de una obra y trabajar junto con el grupo de alumnos en la manera más apropiada de sumar este enfoque a los demás.

Cultura y lenguaje

La música utiliza  lenguajes específicos en  cada cultura y cada época. Determinadas maneras de organizar los parámetros del sonido en el tiempo, constituyen un lenguaje en común entre el compositor y sus oyentes.

Nuestra tarea se propone llevar al estudiante a identificar los elementos del lenguaje musical que forman parte de su patrimonio cultural y que es capaz de manejar aunque nunca haya reflexionado sobre esto.  Los análisis de obras le demuestran una y otra vez que, aunque diga que "no sabe nada de música" tiene una larga experiencia en conectarse con la música de su cultura y es capaz de identificar los parámetros que la caracterizan. La tarea le permite entonces apropiarse concientemente de algo que sabe, pero que no sabe que sabe. Este reconocimiento me parece esencial en un proceso educativo que tome como punto de partida la integridad y dignidad del ser humano.

Por otro lado, la actitud gregaria del adolescente, que necesita identificarse con grupos de pertenencia como parte importante del fortalecimiento de su identidad, suele traducirse en adhesiones indiscriminadas a determinados estilos musicales.  Para ciertos grupos de estudiantes resulta casi intolerable acercarse a géneros musicales desconocidos o rechazados por prejuicios diversos. Por ello, proponemos un repertorio amplísimo de ejemplos de épocas, estilos y culturas diferentes, y enfocamos el análisis desde los elementos técnicos perceptibles del lenguaje. Este acercamiento desde lo técnico ofrece al estudiante la posibilidad de replantearse sus prejuicios en un marco de cierta objetividad. Conduce además a la reflexión acerca de la influencia de la propia cultura en la percepción (entendiendo la cultura en su alcance más amplio): la cantidad de prejuicios, de adhesiones y rechazos a priori, de intolerancia y negatividad que cada uno pone en juego ante la confrontación con la obra de arte.

Y aquí aparece otro llamado a la reflexión: ¿cuánto de esta misma actitud prejuiciosa solemos poner en juego al acercarnos a cualquier situación desconocida, obteniendo en el mejor de los casos un conocimiento parcial y contaminado?

En una época en que la tecnología nos comunica con el planeta entero, en que las migraciones -voluntarias o forzadas- y la acción de los medios de difusión nos ponen ante la evidencia de que vivimos en una sociedad multicultural, una reflexión sobre la actitud con que nos acercamos a otras culturas no está de más. El delicado problema de la construcción de la identidad --personal, grupal, nacional-- se confronta día a día con la necesidad de conocer y compartir las ofertas de otras culturas. De la amplitud mental con que encaremos el contacto dependerá, tanto el enriquecimiento que obtengamos, como el fortalecimiento de la conciencia de la propia identidad.

Al finalizar cada curso pedimos a los alumnos un comentario personal escrito sobre la materia. Es interesante comprobar que, si bien durante el curso hemos hablado de música, desde un punto de vista casi exclusivamente técnico, la mayor parte de los comentarios se refieren a la descripción de procesos personales de luchas internas en la adquisición y desarrollo de nuevas habilidades. Suelen incluir también agradecimientos por la posibilidad que se les ha brindado de conectarse con un mayor conocimiento de sí mismos, por la apertura hacia nuevos lenguajes musicales y por la revalorización que propone la cátedra de sus conocimientos previos y de la capacidad de asumir el propio aprendizaje.
 
La Universidad

Quisiera retomar aquí las ideas expuestas para enfocarlas desde el rol que cumple la Universidad como ámbito para que este trabajo sea posible.

La Universidad pública defiende su derecho a constituir una comunidad educativa basada esencialmente en los principios de igualdad de oportunidades,  libertad de cátedra y  gobierno democrático. Por ello, constituye un ámbito privilegiado para desarrollar una enseñanaza que tenga como objetivo no sólo la excelencia técnica sino fundamentalmente el desarrollo integral del ser humano.

El simple hecho de ofrecer un espacio dentro de la Universidad para desarrollar la capacidad humana de acceder a la obra de arte ha puesto en juego, como hemos visto, algunos conceptos interesantes: la importancia de conocerse a sí mismo, de reconocer las propias percepciones y confiar en ellas, de evaluar las propias actitudes,  de respetar la individualidad y de aceptar el punto de vista del otro suspendiendo el juicio. También abre una reflexión sobre los propios patrones culturales, la construcción de la identidad y el multiculturalismo creciente de la sociedad actual.

Todos estos conceptos apuntan a la convivencia democrática, a la libertad interior como parte esencial del crecimiento y al respeto por la diversidad desde el reconocimiento de la propia identidad. Sin duda necesitamos el desarrollo de estos valores en todos los ciudadanos, si pretendemos fortalecernos y crecer como institución y como nación.

Un trabajo conciente y sostenido sobre el desarrollo y valorización de estos conceptos dentro de la Universidad, hará posible transferir este estilo educativo a otros ámbitos en los que una larga tradición autoritaria no permite su florecimiento.  En mi larga experiencia en trabajo con profesores de música de los niveles primario y secundario encontré que la carencia principal --más allá de las obvias carencias económicas-- no es precisamente técnica sino de autoconfianza.

El docente no se siente con derecho a pensar por sí mismo y mucho menos, a reconocer y expresar su propia creatividad. Abrumado por el verticalismo de su propia educación y de las estructuras institucionales, sólo atina a recitar esas respuestas que él mismo recibió alguna vez. No se atreve a cuestionar su validez ni permite que crezca en su interior el saludable interrogante de sus propias dudas e incertidumbres. Esta actitud docente suele generar en la masa de alumnos la típica sensación que todos hemos tenido, de que la escuela es un mundo cerrado, que lo que menos se parece es a la vida real y que lo más práctico es aprender la jerga escolar y no preocuparse por establecer nexos entre la escuela y la propia vida. Todo el sistema educativo termina recortando al ser humano, instalándolo en la necesidad de recurrir a máscaras y ocultar sus verdaderas inquietudes.

 La Universidad puede ofrecer un espacio de reflexión que tienda a despertar en estos docentes la capacidad de autoconocimiento, la conciencia de la riqueza de la experiencia personal y la necesidad del diálogo democrático. A partir de esta reflexión, el desarrollo de las habilidades técnicas recuperará su vínculo con la experiencia vital. Y este vínculo puede generar una profunda transformación en la educación del futuro.